06 de Septiembre de 2021 09:35 HS
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Conocen muy bien la piedra, pero tropiezan igual

El cabañero y productor ganadero Alejandro Ferrero, presidente de la Asociación Argentina de Criadores de Shorthorn, analizó el contexto político y económico en el que se impuso la prórroga del cepo cárnico. "Ya no se puede adjudicar esta nefasta política agropecuaria al desconocimiento", sostiene.

Alejandro Ferrero | Pte. Asociación Argentina de Criadores de Shorthorn

Hay un viejo refrán popular que dice que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Pero para quienes somos productores ganaderos en la Argentina, lamentablemente esas dos veces se han multiplicado casi hasta el infinito.

Con una visión de corto plazo, se repiten errores hasta el hartazgo y el mercado de la carne tiene todas las fichas. Ya perdimos la cuenta de todas las medidas e intervenciones que fracasaron: pesos mínimos de faena, fijación de precios máximos, creación de organismos para regular mercados, intervención a mercados formadores de precios y, por supuesto, cierres parciales o totales de las exportaciones. Lo cierto es que la actual prórroga del cierre de las exportaciones de carne es sólo una excusa de este gobierno para ocultar lo que ya no se puede esconder: el desmanejo económico que está generando una inflación descontrolada. Los productores ganaderos no somos los culpables de las pésimas políticas que arrastran con cualquier posible estabilidad de precios.

Por eso resulta cínico que bajo la excusa haber obtenido "resultados positivos" se prorrogue el cepo a las exportaciones de carne. ¿Acaso es bueno que comamos cada vez menos carne y que nuestro consumo por habitante por año se ubique en los 46 kilos?

El Gobierno, tanto nacional como provincial, tiene que defender la producción, no atacarla. 

En este sentido, necesitamos gobiernos provinciales que se pongan al frente de sus economías regionales. Ya han empezado a registrarse despidos en la industria de la carne en Santa Fe, una provincia desde la que se exporta el 40% del total de los embarques argentinos y que emplea unos diez mil trabajadores relacionados con el sector.

No existen recetas mágicas. El único plan ganadero viable es incentivar la producción y dar un horizonte claro de certidumbre al negocio ganadero, con exportaciones abiertas. No hay plan ganadero con exportaciones cerradas. Ninguna industria crece bajo semejante nivel de improvisación. Sin rentabilidad no hay inversión; si no hay inversion habrá menos producción futura -¿Qué productor querrá invertir en genética o en pasturas frente a señales tan desalentadoras desde la política?-, y si no hay producción para sostener la demanda, finalmente los precios volverán a subir. Esto es lo que no entienden quienes una y otra vez toman medidas que ya fracasaron, medidas con las que se sigue perjudicando a los productores, al consumidor que pagará mas cara la carne en el futuro, a la industria frigorífica y a sus trabajadores, y al país en su conjunto por la baja en el ingreso de divisas por exportaciones, así como por el descenso en la recaudación por menor actividad.

Es mucho lo que se pierde por tropezar, una vez más, con la misma piedra y ya no se puede adjudicar esta nefasta política agropecuaria al desconocimiento.

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