19 de Diciembre de 2020 10:25 HS
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El último refugio del campo 

En la zona rural de Barrancas, Héctor Pérez mantiene vivo junto a su señora el almacén de ramos generales más antiguo de la provincia.

Federico Aguer | [email protected]

"Este local arranca con mis abuelos en 1924, pero ya tenía unos 60 años de vigencia, es decir que tiene 150 años de historia. El negocio está aún hoy con toda su estructura original, no ha sido modificado en nada", afirma Héctor Pérez. 

Su lugar en el mundo. Héctor Pérez detrás del mostrador. Desde 1924 su apellido se asocia a este oasis en medio del campo.

En diálogo con Campolitoral, destaca que está emplazado sobre el antiguo Camino Real (previo a la traza de la autopista y la Ruta 11). "Los pueblos se iban fundando a través de este camino, pero luego con la traza del ferrocarril se fueron moviendo a la vera de las vías".

Está intacto. El lugar permanece inalterado, 150 años después, y es visitado por turistas de toda la región.

Si bien la pandemia los obligó a despachar de otra manera, sus puertas siguen abiertas. "Hoy somos visitados por mucha gente, que lo ve como una rareza. No es frecuente encontrar algo tan original. A veces me dicen que en Buenos Aires hay algunos pero como museos, no siguen funcionando como almacén. Según unos periodistas de Rosario, hay 3 en le país, uno en Buenos Aires, oro en La Pampa y nosotros", expresa con orgullo. 

Pérez reconoce que todo está original. "El mobiliario no lo he tocado, salvo las puertas que hubo que cambiarlas, el resto está intacto". 

Respecto del cambio en los tiempos, recuerda que antes vendían leche cruda. "Esta era una zona tambera; hoy no existe más ni uno solo, la soja cambió todo el panorama. El campo quedó sin gente, antes había muchos tambos chicos. En Monje y Barrancas no queda ni uno solo. El tambero es una persona que es buen consumidor, mueve dinero mensualmente, y todo eso también se ha perdido". 

Mercadería de museo. El boliche es uno de los 3 que siguen funcionando en todo el país.

Héctor destaca que siempre fue un almacén de ramos generales, por lo que vendían algún anzuelo para pesca de la gente de la zona. "Antes vivía mucha gente en el campo; hoy son muy pocos, a pesar que esta zona está un poco más poblada que otras. Ahora vendemos leche en polvo o pañales, que antes no se vendían. Hubo que adaptarse a las épocas", sonríe. 

El sótano se mantiene intacto. Allí, antes se guardaba la mercadería, sobre todo las bordalesas de vino, que venían desde Mendoza en ferrocarril. "Siempre que las napas no me desalojen, lo podríamos volver a usar". 

F

Sótano. En su momento se guardaban las bordalesas de vino para mantener la temperatura.

Con emoción, manifiesta que si su padre o su abuelo entraran por esa puerta les diría que esto todavía sigue en pie. "Al morir mi padre me hice cargo, y a pesar de los vaivenes económicos del país, hemos subsistido. A veces no hay que largarse a hacer cosas medio peligrosas, hay que ir con cautela, y seguimos subsistiendo".

El secreto, dice Héctor, es que le gusta el campo. "Ojalá Dios me de vida para poder seguir un poco más. El campo es la actividad principal de la economía del país, somos un país agrícola ganadero, un país maravilloso, todo se produce acá, hay de todo. Tendríamos que estar un poco mejor". 

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