25 de Septiembre de 2021 09:26 HS
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Ganadería regenerativa: "un despertar de conciencia"

En el establecimiento Santa Ángela encontraron en los procesos naturales una solución práctica para la sustentabilidad económica de la empresa familiar, lo que facilitó a su vez el traspaso generacional.

Juan Manuel Fernández | [email protected]

Dos aspectos como el traspaso generacional y la sustentabilidad económica encontraron en las reglas de la naturaleza la clave para un ordenamiento de la empresa familiar en el Establecimiento Santa Ángela de Colonia Ituzaingó, departamento Las Colonias.

Con la premisa de disminuir la estructura de costos en dólares, los herederos de este campo de 200 hectáreas se apoyaron en la ganadería regenerativa para estabilizar la administración e iniciar un proceso de consolidación y crecimiento.

Tres años atrás, Iván y Fabiana Tomattis, nietos del dueño original e hijos de Leónides, hasta entonces el administrador casi exclusivo, pensaron que los procesos biológicos podrían aportar una solución al dilema de hacer agricultura y ganadería con altos costos y baja rentabilidad. Así decidieron conocer El Mate, de la familia Vasquetto, en provincia de Córdoba, referente nacional en manejo agroecológico. Lo que siguió después, según sus propias palabras, fue "un despertar de conciencia" sobre la virtuosa relación capaz de establecerse entre producción y naturaleza.

"Veníamos con el chip de que las alfalfas las teníamos que hacer puras; el uso de muchos insumos para siembra, post siembra, control de malezas y plagas", relató Iván a Campolitoral. Lo mismo les ocurría con el modo de hacer agricultura, atada siempre al paquete tecnológico.

Así decidieron cambiar el rumbo, se enfocaron en la producción de carne en base a pasturas consociadas y pastoreo rotativo, sin tratamientos sanitarios ni fertilización. Sistematizaron una parte del campo con boyero y agua en cada parcela para una alta carga instantánea y el resto se arrendó para agricultura.

La opción agroecológica "nos abrió mucho la cabeza; las pasturas polifíticas o mezclas, multiespecie, como la hacían nuestros abuelos quizás, genera una sanidad, producción y estabilidad ambiental y biodiversidad que hace que se mantengan por sí solas", explicó. Eso fue lo que conocieron en El Mate, donde con diversidad de pradera, pastoreos rotativos y cuidando los tiempos de descanso de las parcelas "todo era muy sano, para las pasturas y los animales, no usaban más agroquímicos".

Así nació "el cambio de paradigma" de no reaccionar automáticamente a un problema con insumos externos sino comprender, en primera instancia, el funcionamiento de la naturaleza para decidir luego si es o no necesario el uso de fertilizantes, herbicidas, insecticidas o fungicidas.

No más monocultivo

El trabajo consistió en la consociaron alfalfa con otras leguminosas como trébol rojo y lotus corniculatus, más gramíneas como cebadilla, raigrás, pasto ovillo, festuca; a lo que agregaron también achicoria. "Todo en pequeñas cantidades, en gramos o kilos, que no superan los 20/25 kilos/ha en la mezcla total". Entonces redujeron los 12 kilos de semilla de alfalfa por hectárea para hacerla pura a no más de 5kg.

Desde ese momento, la sanidad y nutrición de la pradera es tarea de los insectos benéficos que proliferan en la diversidad de plantas, así como de las micorrizas que conectan raíces de distintas especies y aportan nutrientes.

"Nos falta seguir aprendiendo el manejo de gramíneas, porque en el verano las castigamos por mirar sólo el tiempo de recuperación de la alfalfa; quizás entrábamos antes a pastorear porque veíamos la alfalfa bien o pasada, pero las gramíneas no estaban expresadas y por eso perdimos densidad de plantas", contó Iván.

También contó que antes del cambio de sistema, el manejo rotativo del pastoreo no estaba planificado sino que "se iba detrás de donde había más pasto y ahí se largaban los animales", sin analizar los tiempos de descanso u ocupación de distintas zonas del campo. "Cosa que pudimos lograr en estos años; los animales siempre van con pasto en abundancia".

Grandes aliados. El dedo de Iván señala la huella de los escarabajos estercoleros, encargados de enterrar parásitos, fertilizar el lote y darle estructura para hacer un suelo más resiliente.

Atención al suelo

También comenzaron a prestar atención por primera vez al suelo. "Empezamos a aprender muchas cosas que pasan ahí". Sobre todo el rol de los escarabajos estercoleros que, como gran cantidad de la fauna de la tierra, se perjudican con el uso indiscriminado de antiparasitarios y no pueden prestar el servicio medioambiental para el que están programados por la naturaleza. "La ivermectina queda como residuos en bosta", explicó Iván, impidiendo la labor de estos insectos. Sin ese impedimento, "entierran un montón de kilos de bosta, hacen gran cantidad de agujeros en el suelo, aumentan la permeabilidad, entierran huevos de parásitos y larvas de moscas; un montón de beneficios", detalló.

Sobre los antiparasitarios indicó que "la idea es erradicarlos". Hace dos años que no los usan contra mosca de los cuernos aunque hay, "pero muy pocas y unos días; mientras no sea una gran molestia para el animal la dejamos". La ivermectina tampoco se usa más, se suplantó por otras menos residuales como ricobendazol o fenbendazol. "Y no lo hacemos tanto de rutina, como antes que desparasitábamos por desparasitar". Esto, gracias a la mayor presencia de escarabajos en el lote. "La bosta de dos días no la encontrás más".

El otro beneficio de los escarabajos y sus túneles, es una mayor resiliencia del campo ante eventos climáticos, por la mayor permeabilidad del suelo. "Milímetro que cae se aprovecha mucho mejor".

Cría y capitalización

El planteo productivo combina un plantel propio de cría (aspiran a lograr el ciclo completo) con capitalización de novillos para exportación que aporta un tercero.

Otra simplificación del trabajo consta de destetes tradicionales a los 6 o 7 meses de vida del ternero y 180/220 kilos con rollo en un corral preparado, "sin pérdida de kilos ni uso de suplementos", dijo el veterinario. El destete precoz lo reservan sólo en caso de ser necesario: por estado corporal de la madre o dificultades climas. "Lo tenemos como herramienta".

El servicio está estacionado durante 3 meses (octubre a diciembre) y consta de una ronda de inseminación y repaso con toros (aunque este año van a hacer dos rondas). La genética es de rodeo general; algo de brangus y de braford que se inseminan con aberdeen angus negro. "La idea no es ir a una raza en particular, pero sí mantener los animales más precoces y fértiles, los que nos dan un ternero por año, independientemente de la raza", aclaró el productor. La tasa de destete oscila entre 78 y 85% y la de preñez por encima de 90%.

El pastoreo para terminación de novillos se realiza en dos lotes, uno de despunte y otro de repaso de la pradera. Bajo este sistema pasan de uno y medio a dos meses; tiempo durante el cual comen 1 kg de balanceado comercial a la mañana y otro a la tarde, con un antiempaste incorporado en la fórmula "porque uno de los problemas más graves que tuvimos es el timpanismo".

Equipo. Todos suman: Iván, Ubaldo (empleado), Fabiana y los padres: Clara y Leónides.

Salto en kilos

En 2018 empezaron a medir la productividad contando sólo los kilos de carne vendidos, no los que quedan en el campo. "Pasamos de 90 kg/ha a 190 en 2019; en 2020 fueron 270 y en lo que va de 2021 llevamos 305 y nos queda una parte del año y un par de jaulas, creemos que vamos a llegar a 340/350 kilos", dijo, sumando la capitalización novillos, vacas de descarte y terneros vendidos.

Durante este tiempo subieron la carga animal, pero se pasaron y tuvieron que retroceder porque "no llegábamos con la vuelta" y se terminaba el pasto. "No fuimos capaces de entender mejor los tiempos de descanso y pastoreo, que fue un aprendizaje y este año lo cambiamos", indicó Iván. El año pasado llegaron a casi 5 EV/ha y se les complicó; ahora en 2.5 están bien; y -estimó- quizás hasta 3/3.5 podrían llegar. "Es un gran tema ese: encontrar el equilibrio de la carga, no es tan fácil".

Los ingresos se complementan con venta de rollos, a partir del excedente de pastura; y con el arrendamiento para agricultura de la parte no sistematizada para ganadería del campo.

Objetivo logrado

"En el período de transición fueron clave las alianzas estratégicas, generar socios", contó Fabiana. Ese apoyo lo encontraron, por ejemplo, en un cliente de Iván -que atiende tambos en la zona de San Guillermo- que necesitó capitalizar novillos y lo hicieron en Santa Ángela. Lo mismo les pasó con una cabaña braford de San Francisco de quienes recibieron como pago una tropa de terneras que ahora son madres. "Sin eso no hubiera sido posible transitar este período; obviamente el día de mañana uno quiere tener el capital propio, pero bueno son tiempos que hay que transitarlos", sostuvo la veterinaria.

Al gasto "lo disminuimos un montonazo", valoró Iván, ya que era la premisa central. "Ese objetivo lo fuimos logrando", mientras en simultáneo confirmaron que se puede producir de otra manera. Y ese "despertar de conciencia" también le llegó al papá. "De lo contrario hubiese sido un palo en la rueda", admitió Iván.

"Me auto convencí solo" sentenció Leónides, con sus 44 años de profesión como respaldo. "Llegó una edad en la que decís 'hasta cuándo'; tenés que ponerle un punto". Y si bien "no fue difícil, no fue fácil tampoco", por los acuerdos y desacuerdos que existen en todo grupo familiar. "El traspaso generacional fue muy simple", celebró.

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