En el análisis semanal del negocio, desde Rosgan estimaron que el pico de precios de la semana pasada se desarmará en condiciones normales de mercado. Pero no retrocederían completamente.
El salto que experimentaron las cotizaciones de la hacienda gorda la semana pasada se explican en las condiciones particulares que dominaron el mercado: pocos días de operaciones previo a un fin de semana largo, paro de transportistas y lluvias que dificultaron el normal abastecimiento. Los analistas entienden que el 15% de incremento en el kilo vivo irá retrocediendo, aunque no tanto como para volver al punto de partida.
"Si bien varios de los factores que intervinieron en esta suba son transitorios y seguramente en las próximas jornadas probablemente veamos un descenso en las cotizaciones, difícilmente se llegue a una corrección total de los precios hasta los niveles previos a esa suba", señaló Rosgan en su análisis semanal del mercado ganadero.
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La semana pasada, novillitos y vaquillonas livianas alcanzaron topes corrientes de hasta $370, cuando en la semana previa se pagaba, como máximo, unos $320. Esa suba -afirma el reporte- presionará para trasladarse al gancho y, en parte, al mostrador. Además, indica que a la escasez de hacienda se suman las expectativas de una inflación creciente que ejercerá presión para sostener estos aumentos.
Pero Rosgan detalla que, excepto los criadores, todos los eslabones de la cadena de ganados y carnes se encuentran comprometidos para trasladar la suba de sus costos. "La demanda parece no tener ya el oxígeno suficiente como para asimilar nuevos ajustes de precios. Ni las carnicerías ni los mostradores tienen margen para hacerlo y menos aún la exportación que, a pesar de los muy buenos valores que siguen pagando los mercados externos, las limitaciones para crecer en volumen producto de las trabas vigentes tornan a las grandes estructuras industriales excesivamente pesadas de sostener".
En este contexto, es la cadena la que viene absorbiendo parte del incremento de la hacienda en pie. Queda demostrado en el hecho de que de noviembre a marzo, el precio corriente de novillitos y vaquillonas acumula un aumento promedio del 44% mientras que, el precio promedio de los distintos cortes de carne vacuna seguidos por el IPCVA arroja una suba del 35% para ese mismo período. "Esto implica que, toda suba de precios que el consumidor no logra asimilar debe ser absorbida dentro de la cadena, deteriorando sistemáticamente los márgenes del negocio".
A su vez el sector viene sufriendo la escasez de hacienda, que le impide contrarrestar el encarecimiento de los procesos. "Esta situación de bajo volumen de operaciones y costos crecientes con escasa posibilidad de traslado, es una constante tanto en la industria exportadora como en el abastecedor y carnicero local. Pero también golpea muy directamente al engordador quien hoy, aún en plena zafra de terneros, no logra aumentar su nivel de encierre", planteó Rosgan.
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