12 de Junio de 2021 10:10 HS
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Agroquímicos: mitos y desafíos 

En una jornada de capacitación organizada entre CASAFE y CARSFE se detallaron los ejes que deben regir el uso responsable de los productos fitosanitarios.

En el comienzo de la jornada, el titular de la Confederación de Asociaciones Rurales de Santa Fe (CARSFE) Carlos Castagnani remarcó la importancia de la capacitación conjunta, y se defendió de las críticas al campo. "Los productores somos víctimas de grupos alimentados por ideologías u opiniones infundadas por los efectos de nuestra actividad. Invitamos a las autoridades para que todas las políticas para el sector estén basadas en trabajos científicos. Queremos ser parte de la solución, no del problema", sostuvo.

Por su parte, el director ejecutivo de la Cámara de Sanidad y Fertilizantes (CASAFE) Federico Landgraf, apuntó que el sector se merece y necesita un diálogo con la ciudad. "Esto se nota en la provincia de Santa Fe en las zonas periurbanas. Necesitamos que ese diálogo sea constructivo, y desde CASAFE venimos acercando conocimiento. Se desconfía de cómo son los sistemas productivos por falta de conocimiento. Trabajemos la empatía en base a los cambios de paradigmas que se dan a nivel mundial", expresó.

Por último, el secretario de Agricultura de la Nación Jorge Solmi cerró el acto de apertura con un mensaje grabado en el que destacó que el lema del evento es un disparador excelente por los desafíos de la agricultura en materia ambiental. "Nuestras bases agrícolas y el haber quintuplicado la producción agropecuaria nos ubican en una situación de prestigio a nivel mundial. Sin embargo, hay que analizar la sustentabilidad, la trazabilidad el cuidado del ambiente las BPA, que son las herramientas hacia donde tenemos que avanzar. Es un desafío indiscutible. Va a llevar un tiempo pero hay que involucrar a todos los sectores de la ruralidad para una mayor integración de muchos sectores".

Paso a paso

Luego de la apertura fue el turno del coordinador Técnico de CASAFE, Federico Elorza, de brindar un panorama detallado de la situación. Después de repreguntar si hacemos todo bien, instó a "desaprender" algunas formas de trabajar, sobre todo para identificar las cosas que no se están haciendo de la mejor manera.

Como primera medida, apuntó a hacer más fluida la comunicación con el operario para evitar confusiones, y usar el correcto equipo de protección personal. ¿Podemos hacer las cosas de manera diferente? Podemos y debemos, se respondió con firmeza. ¿Cómo?: Implementando las Buenas Prácticas Agrícolas.

"Las Buenas Prácticas Agrícolas son un conjunto de principios, normas y recomendaciones técnicas aplicables a la producción, procesamiento y transporte de alimentos, orientadas a asegurar la protección de la higiene, la salud humana y el medio ambiente, mediante métodos ecológicamente seguros, higiénicamente aceptables y económicamente factibles". Según Elorza, se trata de un camino que empieza con el cuidado del ambiente y la biodiversidad y sigue con el cuidado de la gente y los animales, para lograr que lleguen a la góndola productos inocuos y se fomente la seguridad alimentaria.

Manejo del riesgo 

En este sentido, Elorza definió al riesgo como la posibilidad de causar daño, que se potencia por el grado de toxicidad y por la exposición. Y recordó a Paracelso, el padre de la toxicología moderna, quien definió que son las dosis lo que diferencian al veneno de la medicina. El caso del veneno de las serpientes es paradigmático para entenderlo.

Además, llevó tranquilidad a la hora de aportar datos sobre los productos que se comercializan en el mercado. "Cada producto pasa por un proceso de aprobación que en Argentina promedia los 13 años y para los cuales se requiere una inversión de u$s 286 millones. Sólo una de cada 159 moléculas que se estudia llega a fase de mercado. Y SENASA exige unos 120 estudios para poder aprobarlo de forma definitiva".

También diferenció la clasificación de los productos fitosanitarios, definiéndolos como sustancias o mezclas de sustancias destinadas a prevenir, destruir o controlar plagas durante la producción, almacenamiento o el transporte. Y aclaró que pueden ser de origen químico (como el glifosato, la atrazina o el clorpirifos); naturales (como la nicotina); naturales minerales (el sulfato de cobre); o biológicos (Bacilus Thurigiensis o abamectina). También enfatizó que ninguno es inocuo.

Por otro lado, destacó que tienen una formulación que consta de un ingrediente activo (la droga en grado técnico); de sustancias auxiliares (diluyentes o sistema de entrega); y de productos inertes (carriers orgánicos o minerales).

A nivel de desarrollo, especificó que se pasa por distintas etapas: química, biológica, toxicológica, ecotoxicológica, luego de lo cual reciben una clasificación de la toxicidad aguda para las personas, según riesgos (DL50), cuyas diferencias están plasmadas en bandas de color rojo, amarillo, azul o verde.

Además, explicó el concepto de período de carencia, que es el tiempo que transcurre entre la aplicación y la cosecha del producto. Se trata del tiempo necesario para la degradación del producto, para que el residuo sea menor. "Actualmente los residuos son 100 veces menores al umbral de daño. De hecho, una persona tendría que comer 850 manzanas por día durante toda la vida para que le afecten los residuos", graficó.

A los bifes

En cuanto a los parámetros de exposición, destacó que juegan factores como la frecuencia, la duración y la intensidad. Pero que para la aplicación de un producto, se incluyen los registros (no sólo del producto, sino de las máquinas y de los aplicadores) en SENASA. A nivel provincial se tienen en cuenta las legislaciones (cada provincia incluye temas como las distancias, etc); y por otro lado la identificación del problema a resolver (se aconseja un manejo integrado de plagas). Luego se analizan los parámetros químicos y médicos, el clima y la estrategia de acumulación en el ambiente.

Aquí apeló a la gestión responsable de fitosanitarios, la que tiene como objetivo "lograr el manejo y el uso responsable de los agroquímicos durante todo su ciclo de vida: desde su descubrimiento y desarrollo, su ciclo comercial y el uso en el campo, hasta su eliminación por el uso y disposición final de los envases".

Para lograrlo cumpliendo todas las etapas, aconsejó planificar el monitoreo, el control de benéficos, un correcto manejo integrado de plagas, un buen control cultural, biológico y (eventualmente) químico (siendo esta la última opción), siempre de la mano de una receta suscripta por un ingeniero agrónomo. "En la receta debe estar la dosis sí o sí", aclaró. Y apeló a leer las etiquetas o marbetes, que brindan la información del producto y cómo usarlo: su nivel de toxicidad, y teléfonos de consulta 24x7. "Esa es la primer barrera de defensa", opinó.

 Camas biológicas. Si bien su uso es relativamente reciente, demostraron una gran eficacia para realizar el proceso de carga y lavado de la máquina a campo. 

Funcionamiento de la aplicadora

A la hora de llevar el trabajo al campo, destacó la importancia de una cama biológica para usar como zona de carga y lavado. Realizar allí el lavado correcto de los envases (triple lavado y perforado), y la limpieza del tanque.

También insistió con un tema clave como es el del tamaño de las gotas, que son determinantes para evitar la deriva (el desplazamiento del producto) . "La gota que sube no vuelve a bajar", afirmó, y lo graficó con fotos y videos que lo demostraron con total nitidez. Por último, instó a regular las máquinas para evitar estos problemas. Y cerró diciendo que los fitosanitarios usados con BPA son seguros porque se disminuyen el riesgo y reducen los niveles de exposición.

 

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