El día 3 de octubre fuimos testigos de un hecho digno de una película del lejano Oeste. El hecho transcurrió en Villa Saralegui, una pequeña localidad el interior de nuestra provincia, donde un productor ganadero fue atacado a golpes de puños por el presidente de comuna Walter Sola y su hijo, empleado público también, dentro del predio de la misma comuna.
Luis Mariano Mántaras (*)
Este lamentable hecho mereció el repudio de instituciones empresarias a nivel nacional y local, generando indignación entre los productores rurales, quienes nos solidarizamos con nuestro colega.
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Dicha indignación no solo se refiere al uso de la violencia física por parte de estos sujetos (representantes del Estado), contra un ciudadano de a pie; sino que es acumulable a otras situaciones que vienen sufriendo el resto de los productores rurales de Saralegui hace años.
Dicho distrito no solo es tristemente conocido por los reiterados hechos de abigeato y otros delitos rurales, sino también por la constante presión de aumentar la tasa comunal sin que pueda justificar el funcionario de turno el manejo de la recaudación de este tributo, el que debería ser destinado al mantenimiento de la deficitaria red vial e hidráulica.
La indignación también se sustenta en el autoritarismo manifiesto, al intervenir sobre un camino rural sin delimitar hace años que atraviesa el establecimiento del productor agredido de manera violenta, sin hacer uso de la mejor herramienta que debería tener un político para resolver estas diferencias: el diálogo y la vía judicial.
Lo más triste es la justificación de Sola en los medios públicos, quien intenta exponerse como víctima y justiciero del "pueblo" fabulando ser una especie de Robin Hood que le quita los recursos a los ricos para repartir entre los pobres.
Lamentablemente estas ideas han logrado a nivel local lo que el populismo genera en los países que se gobiernan con esta lógica: atraso, pobreza, y pérdidas de oportunidades para los habitantes.
¿Creen los políticos que, yendo en contra de los emprendedores, vulnerando la propiedad privada van a lograr el desarrollo del pueblo que ocasionalmente gobiernan?
¿Acaso el señor Sola desconoce que Villa Saralegui existe gracias a empresarios de otro siglo que arriesgaron su capital para fundar establecimientos productivos modelos para la época? Empresarios que promovieron la construcción de ferrocarriles y fundaron Saralegui y pueblos vecinos.
¿Quién va a querer invertir en un pueblo gobernado con esa mentalidad? ¿Cuál será el futuro de los jóvenes de la localidad: depender del asistencialismo de la comuna?
Villa Saralegui no es un caso aislado. La lógica de comuna "Pyme Familiar" donde el titular maneja los recursos públicos sin rendir cuentas a su antojo como verdaderos señores feudales es una constante en Santa Fe en nuestros tiempos. Es común que muchos presidentes de comunas ni siquiera viven en el mismo pueblo. Llegar a presidente de comuna significa para muchos una especie de trampolín para mejorar su nivel de vida. Lograr lo que no lograron por su propio esfuerzo.
Esperemos que la dirigencia política provincial alguna vez rompa con esta lógica, diseñe mecanismos de administración más transparentes y repudie los hechos ocurridos en Saralegui. Los santafesinos de nuestra generación no soportamos más el autoritarismo y la soberbia de los políticos de turno. Exigimos el repudio de la dirigencia provincial a estos hechos y agradecer a quienes sí lo hicieron saber públicamente. Nunca más a la violencia como método de política, en cualquier nivel.
(*) Ingeniero Agrónomo. Productor y ruralista
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