01 de Noviembre de 2022 13:24 HS
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Niña y orugas, una combinación peligrosa 

Desde la REM de Aapresid, hicieron un repaso sobre las principales claves para el diagnóstico y control de isoca bolillera, una plaga que junto con la sequía forman un combo fatal en soja.

La isoca bolillera (Helicoverpa gelotopoeon) es considerada una plaga clave por su repetida presencia año tras año en el cultivo de soja. Presenta la particularidad de ser polífaga, es decir que se alimenta de diferentes partes de la planta pudiendo actuar en distintas etapas del ciclo del cultivo,desde vegetativo a reproductivo. 

Así, el tipo de daño va a depender del estado de desarrollo del cultivo y del estado larval de la plaga. En años con condiciones favorables, la isoca es capaz de presentar hasta 5 o 6 generaciones, pudiendo pasar las primeras como huésped en arveja, vicia, alfalfa u otras especies para luego entrar en la soja.

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En estadios tempranos del cultivo es posible ver el primero de sus tres daños característicos: la defoliación. Esta ocurre a partir de la primera hoja unifoliolada y/o trifoliolada, y suele ser leve debido a la escasa capacidad de ingesta de las larvas. Pero su ingesta aumenta a medida que crecen comenzando a cortar peciolos y tallos tiernos, tratándose de uno de los daños más peligrosos con gran impacto en el rendimiento. Las orugas comienzan a comer brotes, produciendo cortes por encima de los cotiledones y a distintas alturas, generando una planta de menor altura y debilitando su tallo. 

Cuando llegamos a la etapa reproductiva del cultivo, los daños son directos: cortes en la base de las inflorescencias provocando su caída, ingesta de vainas entre R3 y R4 y, en R5, consumo directo de los granos mediante perforaciones en las vainas. 

¿Cuál es el umbral de acción?

Se trata de una de las preguntas más frecuentes que suelen tener los asesores. La bibliografía es amplia y con valores diferentes, por lo que no existe una única regla: al momento de tomar la decisión de aplicar o no, hay que tener en cuenta la etapa fenológica y estado general del cultivo. 

Es así que existe una íntima relación entre el cultivo y la plaga, observándose que cuando la tasa de crecimiento del cultivo cae, es cuando comienzan a observarse los mayores daños. 

Y acá es donde entran a jugar factores como la sequía: esta genera un estrés en el cultivo y una caída en su tasa de crecimiento. A este punto, aún niveles bajos de presencia de la plaga pueden ser suficientes para generar daños importantes.

Algunas claves para su manejo

Para un buen manejo de bolillera es necesario emplear todas las herramientas al alcance: desde el monitoreo, el uso de biotecnologías y el control químico. 

En el caso que se superen los umbrales establecidos y sea necesario recurrir a algún insecticida, gran parte del éxito sobre el control es lograr una buena calidad de la aplicación además de la correcta elección del activo. 

Existen principios activos recomendados para cada momento de aplicación, advirtiendo que el principal parámetro a la hora de realizar una aplicación de calidad es proteger la gota de la evaporación, teniendo en cuenta que las aplicaciones se realizan durante meses de altas temperaturas y menor humedad. 

También es importante el monitoreo, recorrer el lote para medir defoliación, conocer la escala fenológica del cultivo y el ciclo biológico de la plaga.

Fuente: Aapresid

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