23 de Junio de 2024 12:47 HS
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Sabor a pétalos, una tendencia gastronómica y productiva

La incorporación de flores en la gastronomía no solo embellece los platos, sino que también aporta propiedades nutricionales y beneficios para la salud. Cristian Javier López, ingeniero agrónomo y titular de la cátedra de Floricultura y Horticultura en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), lidera investigaciones sobre este prometedor campo de producción y comercialización.

La incorporación de flores en la dieta humana es una práctica que se remonta a tiempos antiguos, y en la actualidad está ganando popularidad nuevamente. Las flores no solo embellecen los platos, sino que también aportan propiedades nutricionales y beneficios para la salud. Cristian Javier López, ingeniero agrónomo y titular de la cátedra de Floricultura y Horticultura en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), ha estado investigando sobre este interesante nicho de producción y comercialización.

El consumo de flores comestibles ha sido tradicionalmente parte de diversas culturas, pero recientemente ha despertado un renovado interés. Hoy, los chefs y pasteleros las utilizan no solo por su atractivo visual, sino también por el mensaje que transmiten en un plato. Sin embargo, López señala que el verdadero desafío es transformar esta moda en un hábito cotidiano, incorporando las flores como un ingrediente regular en nuestra dieta.

Cristian Javier López comenzó su carrera en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNLZ a finales de los años 80, influenciado por su conexión con el campo y la jardinería. Durante su formación, encontró en la docencia una pasión que complementó con su interés por los cultivos intensivos, lo que lo llevó a especializarse en Floricultura y Horticultura. Actualmente, López es Profesor Asociado y lidera investigaciones en el uso de flores comestibles.

López explicó que no todas las flores son aptas para el consumo y que algunas pueden ser tóxicas. Flores comunes como la coliflor, el brócoli y el alcaucil han sido consumidas durante décadas, pero la incorporación de otras, como peonías, rosas, petunias y caléndulas, requiere precaución y conocimiento. La investigación en este campo es esencial para educar y garantizar la seguridad en el consumo de flores.

Las flores comestibles ofrecen numerosos beneficios para la salud. Según López, son ricas en vitaminas y biocompuestos con propiedades antioxidantes y preventivas de enfermedades. Integrarlas en la dieta puede mejorar la digestión, prevenir la formación de placas de colesterol y fortalecer el sistema inmunológico. Estas propiedades las convierten en alimentos nutracéuticos, capaces de nutrir y proteger el organismo.

Para aquellos interesados en incorporar flores a su dieta, López enfatizó la importancia de conocer el origen de las flores y asegurarse de que sean aptas para el consumo. Las flores de florería, cultivadas con fines ornamentales, pueden contener plaguicidas y no son adecuadas para el consumo. La producción agroecológica, más accesible y sustentable que la orgánica certificada, es una opción viable. López sugirió que incluso en espacios urbanos, como balcones y macetas, se pueden cultivar flores comestibles de manera segura.

La polinización es otro aspecto crucial en la producción de flores. López explicó que sin polinización, muchas especies no podrían reproducirse ni ofrecer la diversidad de formas, colores y texturas que hoy enriquecen nuestra gastronomía. La polinización, ya sea por viento, agua, insectos, aves o murciélagos, es vital para la fecundación y producción de semillas y frutos.

Desde la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNLZ, se está llevando a cabo una investigación sobre las propiedades nutracéuticas de las flores comestibles. Este proyecto, aún en fase inicial, busca identificar qué flores son comestibles y qué biocompuestos las hacen beneficiosas. Además, se estudian las condiciones de poscosecha para mantener la calidad de las flores.

El mercado de flores comestibles ofrece un potencial significativo para la investigación y la economía. Fomentar el consumo de estas flores puede generar empleo y desarrollo en la cadena de valor, desde la producción hasta la comercialización. López destacó que los chefs ya demandan flores comestibles, y a medida que esta demanda crezca, se espera un aumento en la producción.

López animó a los estudiantes a explorar nuevos productos y a involucrarse en la producción y comercialización de flores comestibles. La diversidad climática y geográfica de Argentina permite una amplia gama de cultivos hortícolas y florícolas. Con entusiasmo y creatividad, los futuros agrónomos pueden contribuir al desarrollo de este prometedor sector.

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